Parte I: El Nombre
Debido al gran contenido cinematográfico pirata que estoy acostumbrado a comprar me puse a divagar y en pensar como comenzó esto. En un afán por sustentar mi teoría a favor de la piratería, me disponía escribir una historia pastelera acerca del origen del mismo, en especial de una eventual altruista creación del pasaje 18 en el que un amante del cine antes de morir y al no confiar en el buen juicio de sus herederos decidió dejarle como legado a la hermosa tierra del sol la filmoteca más grande de Sudamérica. Sin embargo, investigando acerca de su origen confirme que la realidad supera a la ficción. A la ficción que nos lleva quincenalmente a Polvos.
“El nombre de Polvos Azules pertenece a una zona de Lima que quedaba cerca de Palacio de Gobierno. Se dice que en alguna época había allí un terreno con polvos azules, aunque hay otras teorías sobre el nombre…
Lima, paraíso de mujeres, purgatorio de solteros, infierno de casados. La tradicional frase limeña caía a pelo en el Jirón Santa allá por el año 1570. En esa calle, a una cuadra de la Plaza de Armas y con vista al río Rímac, quedaba la curtiembre de don Gaspar de los Reyes. Este buen hombre había descubierto una secreta forma de teñir la piel de cabra en azul. Por dicho portento tecnológico, tal como consta en sesión del Cabildo de Lima de 1573, se le confirió la exclusividad del teñido añil por tres años. Es en esos tres años es que se activa la malicia apócrifa. Dícese que su mujer, de buen andar y mejor grupa, tenía por costumbre discurrir entre los cueros en horas que la elegancia tildaría de inapropiada. Los empleados de don Gaspar, expertos en amansar el más tenso cuero, difícilmente habrían podido resistirse a demostrar su profesionalismo ante un requerimiento de la esposa del jefe. Lo que explica que a ella se le viera abandonar la curtiembre con notorias huellas azules cubriéndole las más privadas regiones anatómicas. Gaspar de los Reyes ganó mucho dinero en esos tres años. Su mujer, experiencia. Y el jirón Santa un nuevo nombre: Polvos Azules.
… cuando se cerró el mercado que quedaba allí, los puestos, los comerciantes y el nombre se trasladaron al edificio que queda cerca de la Plaza Grau”
Luego de piratear a Jaime Bedoya (échenle la culpa a Polvos) me dispongo a ir a a ese paraíso -ahora de cinéfilos- a descubrir nuevamente tremendo patrimonio cultural del mundo.Ahora un final pirateadisimo, raíz de su belleza.
“Hace poco estuve en Argentina, donde dos cineastas me hablaron de Polvos Azules como de un paraíso. Me dijeron que pensaban venir para comprar todo. Mientras me lo decían, pensé en Polvos Azules como un ejemplo peruano: una mezcla de calidad, ilegalidad, abundancia, caos, variedad y precariedad, una muestra de lo que pudimos ofrecer, y no podemos.” Alonso Cueto
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