viernes, 10 de julio de 2009

Pancho Villa Hablaba Quechua.

Cuando fui a ver la última entrega de lo que es probablemente mi serie de películas favorita, “Indiana Jones y El Reino de La Calavera de Cristal,” no tenía idea de que el arqueólogo más famoso del mundo iba a visitar Perú. Pensé que la acción estaría, como siempre, limitada a lugares lejanos, difíciles de pronunciar, que nunca en mi vida se me ocurriría visitar.




Ahora que lo pienso, sin embargo, para la mayor parte del mundo, nuestro país es, también, un lugar lejano, difícil de pronunciar, que nunca en su vida se les ocurriría visitar.

En efecto, el Perú siempre ha sido sinónimo de lo exótico. Roald Dahl, aquel británico que escribió novelas para niños como “Charlie y la Fábrica de Chocolate,” menciona a nuestro país muchas veces en sus libros. Cada vez que aparece algún objeto raro, antiguo, misterioso, adivinen de dónde viene: aquel extraño reino de Perú. ¿Y quién veía “Sabrina la Bruja Adolescente”? La mamá estaba, nos informa Sabrina de vez en cuando, escavando pirámides en Cuzco.

Es fácil molestarse por estas cosas. Después de todo, como ya hemos explorado tantas veces en este blog, los peruanos sienten un orgullo especialmente fuerte hacia todo lo que nos representa como nación. Cuando algún gringo ignorante decide hablar de tu país sin saber nada de él en realidad, dan ganas de matarlos, insultarlos, es como si llamara puta a tu santa madre. Otra reacción típica hacia este tipo de cosas, común entre los más adultos, es sentarse alrededor de la mesa y hablar sobre qué tan ignorantes son los estadounidenses. Siéntense a escuchar a sus tíos hablar alguna vez, les aseguro que el tema va a salir. Y les aseguro, también que alguien va a contar alguna variante de la próxima anécdota:

“Estaba en Estados Unidos, hablando con un gringuito, y me preguntó de dónde era. Yo le dije que era peruano, que venía de Perú, y— Oye, el tipo de miró con una cara de dónde chucha queda eso espectacular. Entonces yo le pregunté, por joder nomás, ¿sabes dónde queda? Y él me dijo, completamente serio… eso queda allá por África, ¿no?”

Luego vienen las risas, alguien moviendo la cabeza en desapruebo, el tío más borracho gruñendo algo así como gringos hijos de perra.


La última película de Indiana Jones no ayuda las cosas, tampoco.

Shia LeBeauf le trae algún código raro a Harrison Ford y este dice alguna chorrada acerca de las líneas de Nazca y después se van a Cuzco porque ahí están las líneas y Ford habla quechua con la gente de ahí porque aprendió el idioma cuando hueveó por ahí con el revolucionario mejicano Pancho Villa y luego hay un templo azteca en el bosque amazónico y después aparecen los alienígenas que construyeron, supongo, la película no lo hace claro, el imperio Inca.

La película, claro, es estupidísima. Sin embargo, es igual de buena que las otras tres y las otras tres me encantaron. ¿Acaso vale la pena indignarse por una cosa así? Es verdad, podría maldecir a George Lucas y a Spielberg, hablar sobre cómo lo único que tenían que hacer era meterse a Wikipedia e investigar algo sobre nuestro país, aunque sea lo suficiente para saber que Cuzco está en la sierra y Nazca está en la costa, hablar sobre cómo una película así menosprecia nuestra cultura pero…

¿Acaso nos quejamos cuando, en la segunda película, Jones llega a un palacio indio y le dan de comer cerebro de mono? ¿O cuándo dijeron que la tumba de un emperador de nombre obviamente japonés estaba ubicada en Taiwán? Además, no es que nosotros seamos tan cultos tampoco. Nuestra educación es ridículamente mala. Pregúntale a alguien sobre Bangladesh en la calle y probablemente te diga que es un país que te acabas de inventar. ¿Con qué derecho nos quejamos de una película así? Deberíamos estar felices acerca el hecho de que nos mencionan en una película de Indiana Jones. ¡Indiana Jones!

Claro, entiendo que debemos respetar nuestra cultura y exigir respeto por la misma, ¿pero no les parece tonto quejarse? Todas estas películas y series que mencionan al Perú, ¿acaso alguien las está tomando en serio? Especialmente Indiana Jones, una franquicia conocida en todo el mundo por su sublime bobería.

Lo que creo que yo es que siempre necesitamos de algo que quejarnos. Los medios siempre están buscando en algo que perder el tiempo. Cuando tenemos a ministros y gobernantes haciendo comentarios a la prensa sobre algo tan trivial como una película con las palabras Reino de la Calavera de Cristal en el título, quedamos como unos huevones.

Cualquier persona con mitad de cerebro sabe que la mayor parte de las cosas que se dicen sobre Perú en las películas son pura caca. El problema, supongo, es que más de dos tercios del planeta no tienen mitad de cerebro. Y es por eso que nuestra industria turística va bien. Es decir, si la gente supiera que Machu Picchu es un puñado de rocas y no una obra arquitectónica de una galaxia muy lejana, entonces nadie vendría a verlo.

Estoy bromeando, claro.

Pero solo un poquito.

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